Qué mejor manera de irnos de vacaciones que contándoos la curiosa historia de nuestra fotógrafa del mes: Vivian Maier.
Vivian Maier nació fruto de un matrimonio franco-austríaco. Vivió gran parte de la infancia en Francia aunque su lugar de nacimiento fuera Nueva York, a donde viajaban muy a menudo.
En los años 30 su padre abandonó la familia y Vivian convivió con su madre y una fotógrafa algo extravagante. De ella absorbió los primeros conocimientos de fotografía y la curiosidad por ese mundillo.
Finalmente, sin su madre, Vivian se trasladó a Estados Unidos y comenzó su carrera como niñera. Esto le permitió comprarse su famosa cámara Rolleiflex para no separarse de ella.
Los niños a los que cuidaba en cada casa crecían rápidamente, así que cambió de familia multitud de veces. La mayoría de este tiempo el dinero sólo le alcanzaba para comprar carretes, pero no para revelar la mayoría de sus fotografías. Pero a ella parecía no importarle.
En uno de sus peores momentos económicos (entorno a los 90 o 2000) se vio obligada a guardar su equipo fotográfico en un trastero y centrarse en mantenerse a flote.
Y aquí aparece el hombre gracias al cual podemos disfrutar del archivo de Maier: John Maloof. Él fue quien compró todo aquel arsenal de negativos, fotografías y carretes cuando se subastaron las pertenencias de aquel trastero por no llegar a cumplir con las cuotas.
Comenzó a vender las fotografías por internet hasta que un crítico e historiador le advirtió sobre el tesoro que tenía entre manos. Así, Maloof comenzó a investigar, revelar, catalogar y conservar la obra de Maier. Se puso en contacto con alguna de las familias para las que había trabajado y, además de conocer mejor su vida, recuperó alguna interesante pertenencia más.
Pero basta de su vida. Hablemos un poco de sus fotografías.
Hay varias constantes que podrían destacar de la obra de Maier. No os cantaré todas, pero sí algunas de las más interesantes.
Autoretratos.
Sin duda le gustaba el shelfie a pesar de no tener instagram. En esas fotos Maier aparece casi siempre seria, vestida con chaqueta y zapatos de caballero, sombrero y la cámara en las manos. Jugaba mucho con los reflejos y la superposición de su propia imagen sobre el fondo. Su silueta se dibuja como una sombra fantasmagórica sobre otros personajes.
En estas auto-fotos solía usar muchas veces los espejos. Reflexiones infinitas, espejos redondos, paredes lisas, cristales… todo le venía bien para experimentar. Una pena que, la mayoría de las veces, no viera el resultado final.
Retratos.
Le gustaba fotografiar a personas. Sobre todo aquellas que dejar ver claramente su clase social y estuvieran en su actividad diaria. Situaciones en las que se representara la vida de esas personas y su posición en la sociedad.
Pero no siempre pillaba esas situaciones. Muchas de sus retratos reflejan expresiones extrañas. Miradas y gestos curiosos. Y es que nuestra protagonista tenía una técnica muy peculiar. Se chocaba con ciertas personas y las retrataba en el momento justo en el que éstas se daban la vuelta y la miraban extrañados. De ahí muchos de esos ceños fruncidos y expresiones de sorpresa. Algún día probaré esta técnica. Pero entes… tengo que mirar lo que me cubre el seguro no vaya a ser que pille a alguien malhumorado/a (que sería raro hoy en día 😉 ).
Niños.
Cómo no. Ella se ganaba la vida de niñera y, seguro, que pasaba horas observándolos. De hecho, muchos de los niños a los que cuidaba la acompañaban en sus paseos fotográficos. Alguna vez ella los utilizó como modelos.
La ciudad.
Tanto en los años en los que vivió en Neva York como los que estuvo en Chicago, la ciudad se convertía en sujeto. Gran parte de su obra contiene fotografías de la activad de la ciudad, líneas, contraste de sombras, siluetas etc. Con aspecto siempre experimental pero con un toque de “sé lo que va a salir de aquí”.
Aunque no siempre visible a primera vista, casi todas sus fotografías tienen una gracia especial.
Bueno, para más información os dejo la página de Maier . Pero no me voy tranquila sin contaros cómo murió 😉 . Se resbaló con el hielo de una alcantarilla y se golpeó la cabeza. Pero siguió viva. La internaron en un psiquiátrico y se automutiló varias veces. Pero también sobrevivió a aquello. Se intentó fugar varias veces y, finalmente, una Rata Americana la mordió y le causó la muerte. Uf. Ahora sí. Ya os podéis ir.
Gracias por leerme y que tengáis un estupendo Agosto. Nos vemos con la vuelta al cole.
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