El Fondo en una fotografía es muy importante. Es aquello que dejamos detrás de la persona u objeto predominante, generalmente, aunque ocasionalmente nos puede interesar destacar de forma especial.
Debemos darle importancia porque una misma foto, dependiendo del fondo que le pongamos, puede cambiar mucho el resultado (nos puede encantar u horrorizar).
Como os comenté la semana pasada lo que más me gusta hacer son sesiones de publicidad y con niños. Pues bien, hoy os traigo precisamente fondos para hacer este tipo de retratos en el estudio.
Los fondos que hasta hace relativamente poco encontrábamos en los estudios eran unos rollos de papel enormes que se desenrollaban según la necesidad del momento. Solían ser uno blanco, uno negro y otro que hacía aguas con predominancia en algún color oscuro. En el momento en el que se arrugaba o se manchaba se cortaba y se sacaba más.
Este invento se sigue utilizando porque resulta muy útil. Un fondo en blanco o en negro es básico para ciertas fotos, sobre todo en publicidad. Pero podemos recurrir a otro tipo de fondos los cuales nos dan posibilidades infinitas.
A parte de los de papel podemos encontrar fondos de distintos materiales (como tela o plástico) y en diferentes formatos (fondos plegables, marcos…) Unas de las ventajas de este tipo de fondos es que puedes encontrar el más adecuado a tus necesidades y espacio. Además contienen ilustraciones casi de lo que os podáis imaginar. A ver que imagináis…;-)
Así pues, podemos encontrar fondos fantasiosos, con dibujo clásico o que simulen madera o ladrillo.
Os enseño algunos de los fondos que yo he ido recopilando en mi estudio. Cada uno de ellos tiene su historia y su finalidad, pero eso os lo cuento más adelante 😉
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